Una razón para no hacer tus fotos siempre a f1.8

Tu primera vez suele ser con un 50mm. Algo pequeño, barato, pero que te abre paso al mundo de la gran profundidad de campo. Y ahí ya no hay marcha atrás.

Está claro que nos encanta la fotografía con poca profundidad de campo, es un hecho demostrado. Tienen su encanto, te hacen fijarte más en una zona concreta de la foto y eso a nuestros cocos les va muchísimo. A mi me flipa que hayan cosas que pasan de la zona enfocada a la desenfocada rápidamente como estas flores amarillas:

Esto pasa porque usamos objetivos que te permiten una gran apertura de diafragma. Esas lentes en las que puedes poner la apertura (número F) en valores así: 1.2 – 1.4 -1.8 – 2 – 2.8…

Además permite que entre mucha más luz al sensor con lo que las velocidades son más rápidas y las ISO más bajas. Durante una época en mi vida esto fue así siempre. Prioridad a la apertura con 1.8 y solo cambiaba el ISO. Mis fotos no eran muy buenas, pero tenían una profundidad de campo preciosa. Es un error de principiante. La profundidad de campo has de escogerla en función de la foto que tienes delante.

Por ejemplo, mira estas dos fotos:

F5.6
F1.8

Las fotos están hechas con segundos de diferencia y 3 pasos de diafragma. En ambas fotos la foto es al mismo elemento, y se entiende qué hay en el fondo: plantas y árboles. Pero al hacer la foto con F1.8 consigues que esté tan desenfocado que las líneas de las formas desaparecen y quede un bonito fondo desenfocado que hace una taza en un pollete sea hasta interesante.

Pero esto no siempre es bueno. Mira el siguiente ejemplo:

Si usamos un F1.8 en una foto en la que hay dos perros separados por cierta distancia (un par de metros) sucede que estará enfocado uno u otro, pero no los dos. Si la foto es a los dos, sería conveniente usar un diafragma más cerrado para que ambos se ven bien.

Ahora bien, una técnica que verás mucho en mis fotos es hacer lo que ves en la segunda foto. Enfocar al que está un poco más lejos y dejar desenfocado, pero «legible» al del primer plano. Esto da más profundidad a la imagen y puede resultar interesante. Es una técnica compositiva, narrativa, en la que interviene la técnica.

La foto de la izquierda es lo habitual, la cámara enfoca lo que está mas cerca y centrado, lo de la derecha es más intencionado, ya que has debido cambiar el punto de enfoque deliberadamente en el perro de atrás, haciendo al espectador consciente de tu decisión, y creando capas de información.

Usar grandes aperturas es además algo extremo. Está lejos del punto dulce de tu objetivo, ese punto donde funciona de lujo. Es fácil que un perro en movimiento quede desenfocado. Pero es cierto que las manchas en la lente y el polvo se ven mucho menos.

Así que hagas lo que hagas, está bien, siempre y cuando sepas por qué lo haces 🙂

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